Aventis Emiro Vera Suarez
Uno de los grandes
descubrimientos de la psicología moderna ha sido, justamente, identificar las
repercusiones indudables que tiene para la vida del adulto lo que haya acaecido
en ese entorno familiar inicial y el campo político. Son las etapas de
formación incipiente de la parte más desarrollada del cerebro, que puede verse
afectada por lo ocurrido durante la fase del entorno familiar.
Ahora bien, lo que no se sabía es que esa función estaba adormecida por el grado de apego que genera mayor o menor
autoestima y seguridad en uno mismo. Los dos rasgos de carácter, son esenciales
para comportarse provechosamente en el siguiente entorno: el de la escuela y el
comienzo de las interrelaciones sociales, más allá del ámbito puramente
familiar. Tanto la autoestima como la seguridad en sí mismo resultan
indispensables para profundizar con ganas en el conocimiento y la curiosidad de
los demás. Si este segundo entorno prolonga los resultados positivos del
cuidado maternal, se pasará al último y definitivo –la conquista del amor del
resto del mundo, según William James– con ánimo de seguir explorando relaciones
o, al contrario, con predisposición al rechazo o, en el peor de los casos, con
ánimo de destruir el mundo que nos rodea. Ése suele ser el caso de muchos de
los psicópatas con o sin estigmatizaciones genéticas.
Los resultados de estas elecciones presidenciales reflejan el apego de la
familia y juventud por el presidente Chávez, más allá de las estadísticas.
Durante la infancia resulta relativamente fácil conquistar el amor del círculo
íntimo constituido por padres, abuelos y tías, por eso Los Simoncitos. Para
ellos, el protagonista de la atención es el más listo y guapo. El resto de la
vida, sin embargo, transcurre en una lucha tenaz por lograr el reconocimiento
del resto de las personas y nuestra preparación que, en su gran mayoría, son
desconocidos, conocidos o indiferentes.
Se trata de la ardua tarea de lograr el amor del resto del mundo. Y Chávez
se ha ganado la atención y amor de muchos pueblos y agrupaciones sociales.
. El segundo
componente de la capacidad de amar viene determinado por la llamada inversión
parental, representada por la fusión amorosa primero, la construcción del nido
después –incluidos los hijos, hipoteca y relaciones laborales– y, por último,
la definición de los ámbitos de libertad respectivos de la pareja. Se trata de
una dura negociación entablada, principalmente, de manera inconsciente. Los
economistas, de la mano de los psicólogos, han aportado un dato nuevo a esa
inversión parental. Se trata de la tecnología de los compromisos que puede
tensar a extremos peligrosos las relaciones de la pareja y consiguiente cuidado
de los hijos. La vida moderna se caracteriza por una multitud de compromisos
nuevos que compiten con los heredados o los propios de la vida familiar. Tanto
el número de hijos como de obligaciones adquiridas compiten por unos recursos
limitados, con el consiguiente efecto negativo en la dedicación familiar. Nuestro
presidente Hugo Chávez Frías se ha preocupado en dar a través del Estado,
hogares dignos para que la familia se forme socialmente y políticamente,
dándole valores y criterios de crecimiento humano.
La historia del país se ha encargado, por otra parte, de dibujar la
figura: si bien es cierto que la palabra patriota consta en comunicados del Libertador José de Simón Bolívar,
cuando se refiere a las fuerzas bajo su mando, también lo es que la Gaceta
oficial de Caracas la tradujo por “patriotas campesinos”, atestiguando desde
los inicios de la vida nacional independiente, teniendo en cuenta la
resistencia de las élites gobernantes para admitir un vocablo de connotaciones
bárbaras, o quizás la prevención, teñida de un singular nominalismo, ante las
acechanzas de la rebeldía de nuestros
soldados por no acatar las acciones de la oligarquía caraqueña .
Es plausible pensar que, antes de promediar el
siglo, y a juzgar por el tratamiento que la oligarquía dio a la peonada, entre
españoles y mulatos se lanzaran el término como crítica metafórica, bastante
suave de todos modos a tenor de otras caricias de la época. El hecho es que, a
mediados de los ‘80 (para ser más precisos, en 1883), Vicente Fidel López en su
Historia de la República Argentina Revista de Literaturas Modernas, Nº 29,
1999, Mendoza, adujo que “no existe ya: es hoy para nosotros una Leyenda de
ahora setenta años”. Teniendo presente
que esa oligarquía rancia se ubico en nidos urbanos y campamentos rurales
en toda la extensión latinoamericana
Con tales instrumentos, no es raro que las
letras se hayan sentido más libres para describirlo. Hoy, la historia
latinoamericana tiene un nombre, Hugo Rafael Chávez Frías. Nos hizo más libres
y, por ende, más contradictorios.
El resero toma su caballo para ir a vivir a su rancho, la ama de casa
va un centro de producción y el pescador de los llanos toma su canoa junto al
aborigen. Son elementos de integración ,
nobleza y valentía, generosidad y
hospitalidad, no son los cuentos de Fray Luis Ugalde y Baltasar
Porras, de poco tiempo antes, el campesino, mudado al Litoral, adonde su innato
nomadismo lo ha llevado, puede transformarse en gente de avería, cuatrero y
contrabandista, y hasta prescindir de su mitad inseparable, pero es chavista.
ya que a veces, las razones de la disímil caracterización aparecen claramente
enunciadas, como en esa límpida página de algunos medios españoles quieren
denigrar de nuestro presidente.
La vida, pues, parece haber ido confundiéndose
con la literatura, la política y la identidad venezolana, tanto como para que
ciertos personajes reales se hicieran literarios, y ciertos literarios
adornaran hasta no hace mucho tiempo la realidad de sobremesas, fiestas,
carnavales, reuniones en clubes y círculos criollos, burlándose de nuestro
presidente y el pueblo. Puede suponerse, empero, que de los primeros poetas
criollos y cantores como El Carrao de
Palmarito y Cristóbal Jiménez, dieran muchas y definitivas páginas del Martín
Fierro latino, y de personajes ya algo caricaturizados, como Hormiga Negra, o
varias veces recompuestos, como Fabricio Ojeda y mártires de Cantaura, surgía
en la historia una clase de hombres perseguidos, manoseados por la autoridad,
golpeados por la injusticia o por la adversidad, y a quienes esas situaciones
llevaron a la rebeldía, a la deserción de los ejércitos o al enfrentamiento de
las instituciones y de sus postulados tenidos como más elementales.
¿Cómo recibirá el Doctor Julio Borges esa masa
desordenada de información, de deformación y de invención sobre el arquetipo
nacional? ¿Qué hará con ella?. Escucho solo a su clase social. Su existencia se
le presenta tempranamente, y revestirá esa condición que siempre lo acompañó:
la de asemejarse a un cuento, un pasaje o una estructura literaria, micro
narración entre la vida y el sueño. Confesaba, ya adulto en un programa
televisivo, lo que fue para él conocer la aristocracia: “Cuando supe que esta
distancia sin término era la llanura y que los hombres que la trabajaban eran
campesinos, como los personajes de Reinaldo Armas, ellos son venezolanos y aman
a su presidente Chávez”. Esta frase la expuse a mis alumnos, así es Venezuela,
así es Hugo, olor a familia venezolana.